domingo, 20 de septiembre de 2009

Una sonrisa

Hace algunos años un profesional de Recursos Humanos explicaba que la estrategia básica que una importante empresa del sector de distribución enseñaba a sus vendedores se resumía en la técnica SBAG (m):

– S (Sonreír).
– B (Buenos Días).
– A (Adiós).
– G (Gracias).
– m (mirada).

Esta vez solo trataremos el primer punto, que es la sonrisa. Cuantos de nosotros una vez al día por lo menos hemos sonreido, quizás cuando vemos a nuestra madre o padre, o cuando estamos en la universidad, cuando vemos a nuestro mejor amigo, cuando decimos gracias. Nosotros sonreímos para poder agradar a las personas. Un estudio realizado por Robert Kraut y Robert Johnston, observando a personas que sonreían mientras jugaban al boliche, veían un partido de hockey o caminaban por el centro de la ciudad. Curiosamente y en términos generales, las personas sonrieron más cuando se involucraban en interacciones sociales que cuando experimentaban alegría. Los etólogos habían llegado a la misma conclusión. Los chimpancés usan la sonrisa voluntaria para desviar el comportamiento hostil del jefe dominante y para hacerse amigos de otros monos o humanos. Los psicólogos lo confirmaron además observando a los niños: Éstos prefieren acercarse a los extraños que les sonríen. De pequeños, la sonrisa de nuestros padres nos va dando seguridad en lo que hacemos”.

La sonrisa es de vital importancia para el ser humano, ayuda en su desenvolvimiento diario, en el trabajo, en el estudio, en las tareas, etc. El otro día leí una historia muy simpática que quiero compartir con ustedes acerca de la sonrisa.

“Había una vez un desalentado hombre de pie al lado de una carretera. Una mujer que pasaba por ahí sintió simpatía por él y le dedicó una sonrisa. El hombre, animado por esa inesperada sonrisa decidió entonces escribirle una carta a un viejo amigo con el que hacía mucho tiempo que no hablaba. El amigo se emocionó tanto al recibir la carta que le dió 10 euros a un mendigo que se encontró por la calle. Ese mismo día, un poco más tarde, el mendigo encontró un cachorro abandonado tiritando en un callejón, usó el dinero para comprarle comida y se lo llevó con él para entrar los dos en calor frente a una fogata. El perrito siguió al mendigo y al caer la noche llegaron frente a una casa con un amplio porche. Pidieron permiso para pasar la noche a la familia que allí vivía porque se avecinaba una tormenta. La familia estuvo de acuerdo y se fueron todos a dormir. De madrugada unos incesantes ladridos del cachorro despertaron a todos. Al buscar la causa de los ladridos se dieron cuenta de que la casa estaba en llamas justo al lado de la habitación del más pequeño de la familia. Fueron capaces de salvar al niño justo a tiempo que creció hasta convertirse en un famoso médico que descubrió un tratamiento para la malaria y acabó salvando millones de vidas. Y todo esto comenzó con una simple sonrisa.”

"Una sonrisa podría cambiar tu vida"

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